DECLARACIÓN DE S. E. SR. KOFI ANNAN, Secretario General
DE LAS NACIONES UNIDAS
Alocución ante la sesión plenaria de la Cumbre Mundial
sobre la Sociedad de la Información
Túnez, 16 de noviembre de 2005
Presidente Ben Ali,
Excelencias,
Damas y Caballeros:
Permítanme felicitar a nuestros anfitriones —el
Presidente Ben Ali, el Gobierno y el pueblo de Túnez— por todo lo que han
realizado para que esta reunión fuese posible. No olvidemos que fue el
Gobierno de Túnez, ya en 1998, el que propuso por vez primera la idea de una
cumbre sobre la sociedad de la información.
También quiero dar las gracias a la Unión Internacional
de Comunicaciones y otros miembros del sistema de las Naciones Unidas por
sus infatigables esfuerzos para que este proceso produjese resultados
concretos.
Hace dos años, en Ginebra, la primera fase de la Cumbre
Mundial expuso la visión de una sociedad de la información abierta e
inclusiva. Nuestra tarea aquí, en Túnez, es pasar del diagnóstico a los
hechos.
Anoche concretaron esta tarea en el Programa de Acciones
de Túnez para la Sociedad de la Información.
Esta Cumbre debe ser una cumbre de soluciones. Debe hacer
avanzar los objetivos de la Cumbre Mundial celebrada hace dos meses en la
Sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Debe tratar de que las
tecnologías de la información y las comunicaciones se utilicen de nuevas
formas que aporten nuevos beneficios a todas las clases sociales. Pero sobre
todo, debe generar un nuevo impulso que permita el desarrollo de las
economías y las sociedades de los países pobres y produzca una
transformación en la vida de los pobres.
¿Qué entendemos por "sociedad de la información"?
Entendemos una sociedad que amplíe, fortalezca, alimente y libere la
capacidad humana, permitiendo el acceso de la población a las herramientas y
tecnologías que necesita, con la educación y la formación necesarias para
utilizarlas eficazmente. Los obstáculos a este respecto son más de carácter
político que financiero. Los costos de la conectividad, de las computadoras
y de los teléfonos móviles pueden reducirse. Estos recursos —estos puentes
hacia una vida mejor— pueden hacerse accesibles universalmente y estar al
alcance de todos. Tenemos que mostrar la voluntad para conseguirlo.
La sociedad de la información también depende de las
redes. Internet es el resultado de una colaboración única y espléndida, y de
hecho funciona como tal. Si queremos extender sus beneficios a todo el mundo
tendremos que promover el mismo espíritu de cooperación entre los gobiernos,
el sector privado, la sociedad civil y las organizaciones internacionales.
Y, por supuesto, el alma misma de la sociedad de la
información es la libertad. La libertad es la que permite a los ciudadanos
de todo el mundo beneficiarse de los conocimientos, a los periodistas
realizar su trabajo esencial y a los ciudadanos exigir responsabilidades a
los gobiernos. Sin esta apertura, sin el derecho a recabar, recibir e
impartir información e ideas por cualquier medio y sin tener en cuenta las
fronteras, la revolución de la información perderá toda su fuerza y la
sociedad de la información que esperamos construir no llegará a ver la luz.
Ha llegado el momento de dejar atrás los debates
generales sobre la brecha digital. Ya sabemos cuáles son los problemas.
Ahora debemos tomar medidas concretas para pasar de las palabras a los
hechos y buscar la forma de promover y ampliar las oportunidades que brinda
la tecnología digital.
Estas oportunidades son inmensas. Ya, en África y en
otras regiones en desarrollo, la rápida difusión de los teléfonos móviles y
las telecomunicaciones inalámbricas han estimulado el espíritu empresarial y
han contribuido a la implantación de las pequeñas empresas, en particular de
empresas propiedad de mujeres y dirigidas por ellas. Los médicos en zonas
remotas han podido tener acceso a información médica sobre enfermedades
tropicales. Los estudiantes han podido consultar las bases de datos
mundiales sobre bibliografía y trabajos de investigación. Han mejorado los
sistemas de alerta temprana de los desastres naturales, y los trabajadores
de socorro humanitario han podido facilitar este socorro en forma más rápida
y mejor coordinada. Estas mismas oportunidades, y otras nuevas, pueden estar
al alcance de muchas más personas en el mundo en desarrollo.
El sistema de las Naciones Unidas está dispuesto a ayudar
a los Estados Miembros y a todos los interesados a poner en práctica las
decisiones que se adopten en esta Cumbre, incluso las relacionadas con la
gobernanza de la Internet. Pero quiero ser muy claro a este respecto: las
Naciones Unidas no desean ejercer una labor de policía u otra forma de
control sobre la Internet. Las Naciones Unidas son ustedes, sus Estados
Miembros. Sólo puede desear lo que ustedes decidan. Y según entiendo, lo que
todos pretendemos es proteger y fortalecer la Internet y asegurar que sus
beneficios estén a disposición de todos.
Los Estados Unidos merecen nuestro agradecimiento por
haber desarrollado la Internet y poner la red a disposición del mundo. Han
ejercido sus responsabilidades de supervisión de manera justa y honorable.
Creo que todos estarán de acuerdo en que la gestión cotidiana de la Internet
debe dejarse en manos de las instituciones técnicas, aunque sólo sea para
protegerla de la pasión de la política cotidiana. Pero creo también que
todos reconocerán la necesidad de una mayor participación internacional en
los debates sobre cuestiones relacionadas con la gobernanza de la Internet.
La cuestión estriba en cómo conseguirlo. Por ello este debate debe
continuar.
Así lo contemplan los acuerdos que alcanzaron anoche y
nosotros en las Naciones Unidas haremos todo lo posible para apoyar este
proceso.
Señor Presidente,
La experiencia de los años recientes —en el proceso de
esta Cumbre, el Grupo de Tareas sobre la Tecnología de la Información y las
Comunicaciones, el Grupo de Trabajo sobre la Gobernanza de la Internet, el
Fondo de Solidaridad Digital, el Fondo de las Naciones Unidas para la
Colaboración Internacional, el Pacto Mundial, la Iniciativa de
responsabilidad cívica empresarial y otras iniciativas— nos han permitido
comprender mejor qué es lo que se necesita para crear alianzas y programas
eficaces. Los organismos y departamentos de las Naciones Unidas continúan
trabajando con gran empeño para fortalecer su capacidad y utilizar las
tecnologías de la información para redoblar nuestros esfuerzos a fin de
alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio.
Estos esfuerzos están dando su fruto. Pero para
demasiadas personas estos beneficios siguen estando fuera de su alcance. Hay
un ansia tremenda de tecnología, pero no de la tecnología por sí misma, sino
por lo que la tecnología puede hacer posible. Les hago un llamamiento para
que se hagan eco de este deseo y tomen medidas concretas que hagan posible
que esta Cumbre sea recordada como un acontecimiento que promovió la causa
del desarrollo, de la dignidad y de la paz.
Muchas gracias.
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