Día Mundial de las Telecomunicaciones 1998

May 4, 1998


Las repercusiones del acuerdo de la OMC dependen de su implementación


Las telecomunicaciones conforman ya una de las industrias más grandes del mundo, a pesar de que la mitad de la población mundial no tiene acceso fácil a un teléfono. En 1998, su valor superará el millar de millones en ingresos por servicio y venta de equipos en todo el mundo. Su entrada en el grupo de las industrias mundiales que van a la cabeza se confirmó en febrero de 1997, cuando se concluyeron exitosamente las negociaciones sobre telecomunicaciones básicas de la Organización Mundial de Comercio (sucesora del GATT, Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio).

En un acuerdo sin precedentes, 69 países prometieron abrir gradualmente sus mercados de telecomunicaciones a las inversiones extranjeras y la competencia, y adoptaron un conjunto de reglas que garantizan el juego limpio. El Acuerdo entró en vigor el 5 de febrero del corriente.

No se puede exagerar la importancia del acuerdo, que es un componente del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS) de la OMC. Cuando se acordó en principio, Charlene Barshefsky, representante comercial ejecutiva de EE.UU., dijo que era "uno de los acuerdos comerciales más importantes para el siglo XXI" y agregó que podría reducir el costo de las llamadas internacionales en tanto como 80%.

Al acuerdo sobre las telecomunicaciones se lo considera un hito porque los países participantes tienen alrededor de 92% de los ingresos mundiales de telecomunicaciones. Abarca todos los servicios básicos de telecomunicaciones, incluidos los vocales, de datos, fax, radio y satélite.

En el pasado, la mayoría de los países han defendido a su operador internacional monopolístico contra todo competidor, porque creían en su condición de gallina de los huevos de oro. Muchos gobiernos manifestaron su nerviosismo al tener que privatizar y, por lo tanto, ceder su control de una industria tan estratégica, y la desregulación es, a menudo, un asunto político espinoso. En general, los funcionarios públicos se resisten a convertirse en empleados del sector privado con menos derechos, y la apertura a la competencia entraña siempre pérdidas de empleo, ya que las prestadoras tratan de aumentar la productividad y bajar los costos. Además, en algunos países, las llamadas locales están subvencionadas por las llamadas internacionales y de larga distancia nacional más caras.

Los motivos para liberalizar las telecomunicaciones son convincentes. En un Informe de la UIT sobre el comercio de las telecomunicaciones publicado el año pasado, se señala que, en los mercados emergentes, el tráfico internacional por abonado aumentó 11,7% por año de 1990 a 1995 en los países que autorizan la competencia y tan sólo 5,2% en los monopolísticos. El mismo efecto, pero en menor grado, se observó en los mercados desarrollados.

Pero el verdadero impacto del acuerdo depende de su implementación. Como era de esperar, se trata de un instrumento complejo en el que participan muchas partes, cuyas economías, infraestructuras de telecomunicación y procesos de liberalización se encuentran en etapas diferentes.

Stephen Young, alto cargo de la consultoría londinense Ovum, opina que "es como pelar una cebolla; hay muchas capas diferentes que, en diversas combinaciones, se aplican a países o bloques de países diferentes".

Más de 40 países se refirieron a o incluyeron en sus compromisos el Documento de Referencia sobre principios de reglamentación, documento marco para regular la prestadora principal de cada país, por el que se la obliga a otorgar a los nuevos socios acceso a la red establecida a precios no discriminatorios. Todos los nuevos prestadores tienen que utilizar la red establecida, al menos cuando comienzan a funcionar. El documento también contiene muchos principios de alcance amplio, como la remoción de barreras para la entrada de nuevas prestadoras.

Los calendarios de implementación y la naturaleza de la competencia también son diferentes.

Muchos de los países participantes ya se habían abocado a abrir sus mercados; por ejemplo, la mayoría de los miembros de la Unión Europea abrió sus mercados completamente a la competencia el 1 de enero, mientras que Estados Unidos comenzó el proceso de desregulación a principios de la década de 1980. Algunos países asiáticos convinieron en abrir sus mercados recién en 2010.

Es obvio que en un lapso tan largo pueden suceder muchas cosas. ¿Qué garantías hay de que el acuerdo se ejecutará? Lee Tuthill, consejera de la División de comercio de servicios de la OMC, explica: "si un país desea cambiar sus compromisos -que, en el caso de muchos países, se remontan al GATT- tiene que notificar a la OMC y dar a todas las demás partes la oportunidad de renegociarlo individualmente, lo que podría implicar otros sectores además del comercio y no sólo las telecomunicaciones."

Varios países que participaron en las rondas del GATT y en las negociaciones de la OMC no han podido, por diversas razones, comprometerse en febrero de 1997. Desde entonces, Chipre, Barbados y Suriname se han adherido al acuerdo, lo que eleva el total de países a 72. La Sra. Tuthill dice que al menos una docena más ha entablado negociaciones para la adhesión. Unos 30 países más, que no participaron en las negociaciones originales GATT/OMC han manifestado su deseo de participar en las negociaciones sobre servicios, incluidas las telecomunicaciones.

"Mucha gente piensa que debería abandonar mi puesto porque ya no tengo nada que hacer con las telecomunicaciones, pero no es así", dice la Sra. Tuthill. "Hasta la fecha, nunca se había visto que la gente siga formulando compromisos una vez firmado el acuerdo multinacional. Por lo general, los posibles signatarios quieren aprovechar la oportunidad de negociar todo lo más posible en las rondas."

Aunque con algunas dudas, como el hecho de que Rusia y China no hayan firmado todavía el acuerdo, el consultor de Ovum concluye: "el Acuerdo de la OMC es lo más parecido a la desregulación mundial del comercio de las telecomunicaciones, y su poder es concreto. Sus impactos serán duraderos."

Algo que puede empantanar la aplicación del acuerdo es que se ha dejado la reforma del sistema de tasas de distribución, que rige la compartición de los ingresos de las llamadas internacionales, deliberadamente fuera del Acuerdo de la OMC hasta el año 2000, en espera del resultado de los trabajos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Y a pesar de que hay indicios concretos de que la situación se está despejando, puede llegar a ser una barrera importante por algún tiempo.

Annie Turner